viernes, 5 de diciembre de 2008

Lucifer

Se debe organizar a la gente, hay que estudiar desde muy joven, tener disciplina; hay que especializarse y dominar la tecnología; la clave es el progreso, y si hay progreso, todo va bien y todos avanzan hacia delante; hay que tecnificarlo todo y hacerlo todo mas eficiente, debemos sacarle provecho al tiempo y de nuevo estudiar mucho para lograr al fin el mundo que tanto deseamos, el mundo que algunos lo llaman el caos; pero eso es mentira y no importa, sin ese mundo no se si puedo vivir; lo necesito apasionadamente como necesita el agua el sediento agonizante del desierto sofocante de calor.
Necesito este mundo zozobrante y peligroso porque es mi poderosa droga para desear cosas que quiero y anhelo; deseo distracción y cosas hermosas entre mis manos; amo profundamente a este caótico y desordenado mundo que me inspira al placer indescriptible de tener; y sobre todo, porque me da mi cuota de dominio sobre los demás, cuando lo logro.
¿Que seria de mi en un mundo tranquilo y en paz, sin trabajo compulsivo y poco que trajinar?; podría morir en vida y de aburrimiento agonizaría en vida perezosa y vegetal.
Hay que organizarse y disciplinarse y ser responsables con aprender y estudiar; hay que llenar la mente con mucho conocimiento; mientras mas, mejor; debemos prepararnos para lograr este mundo que tanto deseamos y nos da vida; todos debemos colaborar. Todo debe ser utilitario y todo debe hacerse con sentido de utilidad; hay que sacarle provecho al suelo, a la naturaleza a los animales y por supuesto, al hombre; extraerle de sus entrañas su trabajo. No se debe desaprovechar ni un milímetro cuadrado; todo debe ser rentable, y para ello uno debe prepararse, estudiar y competir.
El prójimo es el blanco y se le debe disparar sin compasión, a matar. ¿Quién, con sentido de honestidad, se atrevería a desmentir esta afirmación?. ¿Quién se atrevería?.
La competencia es necesaria como el alimento de cada día; sin motividad no hay energía y sin energía no hay actividad; así como del alimento y la digestión deviene el excremento, de la motividad, deseo y trabajo deviene la lucha; es natural, los procesos naturales no deben ser discutidos, solo aceptados.
Muchos odiamos a lucifer o por lo menos le tememos mucho; así me lo enseñaron desde, casi, el mismo nacer.
En realidad le tenemos un miedo visceral a su imagen y no a su presencia real y a sus acciones; es así, todos lo vivimos y todos lo adoramos; ¿acaso nuestras vidas no son lucifer en persona?; ¿acaso la competencia, la lucha y la ambición no son el propio lucifer?.
¿Sin la lucha se siente la vida y se palpa que uno esta vivo?; ¿acaso la lujuria no es eso?.
No soporto la idea de la muerte y mucho menos de la horrible inexistencia, que muy asquerosa es; cuanto te adoro querida lucha, me das vida, te lo prometo.
Con todo esto y para terminar, tengo una pequeña historia que contar: mi gran amigo el panzón me invito al campo hace un tiempo.
Que hermosura el primer día, el pasto, a lo lejos las viñas, el refrescante riachuelo, árboles en la pradera cercana y las adorables y pacientes vacas (como las quiero); el olor campestre era particularmente inolvidable, totalmente ajeno al de la ciudad; se mezclaban bien y dosificadamente los mas diversos olores: la fragancia de las flores, el olor del pasto, de las yerbas, de la humedad de la tierra y hasta la pestilencia de la bosta de vacas le daba el toque de buen gusto a todo el lugar.
La paz se apoderaba de todo, incluso de mí. Era tan relajante que paso por mi compulsiva cabeza comprar una pequeña casa campestre.
Pues si, ese día fue inolvidable, deje atrás los apuros, las angustias, la lucha cotidiana y el bullicio citadino.
El segundo día transcurrió parecido al primero, salvo que entro por mi cuerpo una sensación de desgano por todo lo que me rodeaba; me parecía que ya tenía semanas en el lugar y que extrañaba algo que no sabia que era; comenzaron a picarme chispazos de ansiedad por mi pellejo, aderezados con fuertes latigazos de aburrimiento.
El tercer día, definitivamente me sentía mal; y cuando digo mal quiero decir que la vida era asquerosa, para ser honesto; creo que entre en pánico; tanta tranquilidad me estaba haciendo daño; mi mente comenzaba a entrar en shock por la dosis tan fuerte de paz y tranquilidad que brotaba del lugar.
La ausencia de chismes y cotilleo me estaba afectando severamente.Tenia una enorme ansiedad que me daba nauseas y espasmos estomacales. Sentía, además, una inmensa nostalgia por el alboroto de la ciudad, por el deporte en la tele, por las muchedumbres y conglomeraciones, por el apuro cotidiano, por la hediondez de la gente en racimos públicos, por los repugnantes apretujones en el tren, por hacer las cosas rápido, discutir y pelearme con el vecino y sobre todo, por luchar. En fin, añoraba a lucifer, sin saberlo. Lucifer es vida.
Yo estaba amañado a competir y luchar desde que era joven y el apaciguado campo me lo negaba; lo digo, asqueroso campo que me daba una fuerte alergia a mi integridad.
Esa paz campestre me impedía sentir que estaba vivo y sobre todo que yo existía en este fiero mundo.
Hable con mi amigo y le dije que tenia una gran urgencia en ir a la ciudad por lo que debía ausentarme cuanto antes y, en su cara note claramente que él me había comprendido; desde el primer día.

Cosas simples

El es pequeño, tierno e inocente, de movimientos lentos pero bien coordinados; se me acerca como frecuentemente lo hace, con la mirada desviada y misteriosa y me pregunta algo que me turba en un instante. El juega, corre, grita y hace lo que casi todos los niños hacen.
Después del juego se me acerca como para cambiar la rutina y descansar y, me ve sentado, tranquilo y casi en babia; supongo que en ese momento le pasa por su mente los gustos que él tiene y los que yo tengo; en fin, funciona lo humano, la comparación, la lógica menuda y las preguntas infantiles, que muchas veces son mas abismales que las adultas.
¿Qué es lo que mas te gusta hacer?, -pregunta él y con eso explota su curiosidad; después de un instante de tener la mente en blanco me vino algo espontáneo, quiero decir, no calculado y comencé a responderle, aunque en parte y no del todo. Me gusta ver los árboles, las flores, los ríos, los paisajes, la gente cuando camina, los niños jugando y los pájaros cuando van de un lado a otro y últimamente, también me gusta ver lo que hacen los perros en la calle. La expresión de su cara con mi respuesta, no se si fue de desconcierto, de asombro o de frustración.
¿Qué mas podía decirle en un instante pequeño de tiempo?; quizás pude haberle dicho cosas mas interesantes pero no me arrepiento de no haberle contado lo que realmente pensaba y me gustaba. Nunca olvide aquel momento.
El tiempo fue pasando y un buen día, como encantado, se repitieron de nuevo todas aquellas instancias, como por duplicado, pero con los protagonistas cambiados en edad; yo estaba madurado en algunas arrugas y él ya era un joven adulto o un adulto joven.
La inteligencia y la razón habían dejado atrás la estela de la candidez infantil y como por acción de magia, de nuevo me pregunto: ¿Qué es lo que mas te gusta hacer?; como aquella vez, se me nublo la mente por un instante y le respondí sin meditar nada: desde hace un buen tiempo y hasta ahora me apasiona y me gusta recrearme con un extravagante y estrambótico gusto;
-¿Extravagante?, dijo él
Si, extravagante por no ser corriente y de normal ocurrencia en la gente; me apasiona observar los defectos de la gente tales como la envidia, la vanidad, la lujuria y sobre todo la ambición;
-No lo puedo creer!!, -exclamo él- me parece escabroso y hasta morboso.
Le explique que sentía una inmensa curiosidad en descubrir por que las personas aparentaban ser felices con cosas superfluas, y al mismo tiempo ser inmensamente insatisfechos y tristes de alma.
-La gente lleva su vida y sus actividades, cada quien a su gusto y estilo, me dijo.
-Te comprendo- le dije
La conversión terminaba y solo pude decirle que no entendía como algo tan sencillo como es estar en paz y feliz necesitaba de recursos infinitos y, para colmo que nunca se alcanzan ni satisfacen.
Para mi, eso es algo tremebundamente llamativo; luego él añadió que le asombraba mucho el porque yo me asombraba tanto por algo tan vano y en ese momento no supe que decirle.

Amos y mascotas disimiles

Las atracciones inician la ceremonia y se acercan como dos imanes; los olfatos se buscan y revisan mientras los rabos vibran en creccendo de la incontrolada emoción; la ansiedad desesperada hace danzar ocho almohadillas. El amo repulsivo y el amo indiferente esperan pacientemente el encuentro de la atracción. Situación incomoda para uno y para el otro asunto de diversión.
Ignorantes de sus condiciones, el mugriento con empegostado pelambre greñudo acaricia al aristocrático y sedoso pelaje mientras al mismo tiempo dos miradas se entrecruzan; una, con asco visceral desgarraba el ambiente y la otra, llena de satisfecha felicidad por tan oportuna igualación.
El remolino de olores se alterna sobrepasándose uno con otro; agria pestilencia con delicias de aromas balsámicos se intercambian crispando el olfato del alcurnioso señor; finos linos y harapos deshilachados se acercan mas que nunca en esa ocasión; instante inexplicablemente impactante.
Lo encopetado y lo andrajoso se toparon fortuitamente por unos instantes; meneando sus rabos ellos se fueron satisfechos mientras que los orgullos dispares y disimiles se alejaron disimulando la tremenda emoción del encuentro.